Inducción electromagnética
Los sensores de inducción registran simultáneamente dos propiedades del terreno: la conductividad eléctrica y la susceptibilidad magnética. El instrumento consta de una bobina emisora y una o más receptoras instaladas en los extremos opuestos de una barra no conductora. La primera genera un campo magnético primario a través del suelo que, en función de su capacidad conductora, induce un campo magnético secundario que es detectado por las bobinas receptoras. La profundidad máxima alcanzada por el campo magnético depende de la separación entre las bobinas emisoras y receptoras y su configuración en perpendicular o en horizontal respecto al terreno. De este modo podemos obtener lecturas a diferentes profundidades, típicamente entre los 30-40 cm y el metro y medio. Al no requerir una inserción en el suelo como los sensores de resistividad, facilitan la exploración de amplias superficies en poco tiempo. Agiliza también el trabajo con estos equipos la georreferenciación directa en tiempo real de las mediciones gracias a su conexión con sistemas de posicionamiento de precisión subcentimétrica.